Notas sobre la Jornada del Tucumán y Cuyo (2ª parte)

2ª. Nota: En el Molino de San Francisco
La inauguración de la III Jornada y la mayor parte de sus sesiones se hizo en un lugar de sugestivo ambiente: el Molino de San Francisco, edificación de la primera mitad del siglo XVIII erigida por el poblador principal de Chilecito, el Sargento Mayor Domingo de Castro y Bazán, justamente considerado como el fundador de la villa, entonces Hacienda de Santa Rita, hoy pujante ciudad riojana. A él se le entregó un “recodo de tierra con centro en la Casa del Inca” del que tomó posesión en 1715.
En sus gruesas paredes de adobe, con su techo de tijera y tejas musleras, se encierran interesantes colecciones de arte y cultura indígena y criolla que forman parte del “Museo Molino”, gentilmente cedido por su Director, D. Alfredo Chade. Allí, en su acogedor salón de conferencias, se inauguraron las reuniones, con alentadoras y oportunas palabras del Prof. Ignacio Tejerina Carreras, un pionero de las investigaciones genealógicas y de la Historia con un sentido de rescate a los valores cristianos y marianos de nuestra tradición hispano-indígena, hoy negados por cierta corriente autodenominada “indigenista”. Su mensaje fue destacar la importancia del evento como punto de referencia de una historia y una investigación genealógica arraigada en nuestras raíces culturales.
Luego habló la Prof. Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita, comentando en su breve exposición los aspectos centrales de la tradición del pueblo de Sañogasta, que habíamos vivido esa mañana del 3 de febrero, continuando las celebraciones del 2 en honor de la Virgen de la Candelaria. Los oyentes mostraron avidez por los detalles que nos traen perfumes de otros tiempos: la caja, los “alférez”, la mayordoma, la perduración de una serie de ritos y costumbres no escritos pero sí grabados a fuego en el corazón de los fieles de Sañogasta.
Como broche de oro de esa tarde inaugural, Teresa Piossek Prebisch presentó su libro más reciente: “Poblar un Pueblo”. Su título corresponde a palabras textuales del Lic. La Gasca, Gobernador del Perú, que comisionó al Cap. Juan Núñez de Prado a fundar la primera ciudad argentina, Barco, en 1550, asentada finalmente en su actual emplazamiento a orillas del Río Dulce, con el nombre de Santiago del Estero. El plan de la fundación, las tremendas vicisitudes que pasaron los vecinos, las luces y sombras de esa historia de la ciudad (cuya fundación marca “el acta de nacimiento de la Argentina como nación” *): esos y otros aspectos fueron abordados con maestría por la brillante escritora y expositora. La obra presentada, con su monumental y prolija documentación sabiamente extractada y fundamentando un relato vivo y ameno, marca un hito en la historiografía de ese primer paso, incierto y audaz, de nuestro pueblo, que se consolidó a fuerza de fe y valor.
(* cf. Alejandro Moyano Aliaga, citado por Prudencio Bustos Argañaraz en su Manuel de Historia Argentina).
Luego de tantas experiencias vividas, los participantes ocuparon una larga mesa en un restaurant clásico que funciona en una antigua casona chileciteña, donde degustaron la cocina lugareña y conversaron “hasta que las velas no ardieron”...