II. Almuerzo criollo - Hospitalidad y tradiciones gauchas
...nada de "fast food" ni de delirios
dietéticos con que la tecnocracia masificante tortura las mentes y los
cuerpos de tantos contemporáneos que, por haber perdido el contacto con
sus raíces, andan "como bola sin manija" en el mar de la
post-modernidad. Algunos llegan a la horrible "sabiduría" de comer
desperdicios. Sí, estimado lector, leyó bien: nuestros jóvenes "de
vanguardia" en el país de las mejores carnes, comen basura, informó un
matutino muy leído y "tradicional" (que prestigia, con su difusión sin
crítica seria, todos los excesos).
Las vanguardias que hicieron patria no
comían fast-food ni tampoco lo hacen los gauchos. "Cuando ayuno, ayuno, y
cuando perdices, perdices!" decía graciosamente Santa Teresa de Avila.
Nuestros camperos son poco afectos al ayuno y amigos de celebrar con
comidas de varón y de guapas paisanas: locro, cazuela, cabezas guateadas
(cabezas enterradas, que en Salta -siempre despiertos los salteños- se
las puede encargar).
Así degustamos estas robustas maravillas
de nuestra cocina tradicional, generosamente donadas por familias
camperas de El Pozo, Chucuma y El Alto de los Alives, reforzadas por
varias ristras de chorizos que se extendían como ampalaguas sobre la
pesada parrilla, acostumbrada a soportar esas cargas.
No hace falta contarle que -aparte del
agua pura de vertiente y otras bebidas suaves-, en el Día de La Rioja,
con el célebre vino regional riojano, fruto de siglos de elaboración, ya
que "fiesta sin vino, no vale un comino".
Las fotos muestran la privilegiada zona
de ollas y brasas, algunas mesas (para quienes no habían preferido
sentarse sobre una piedra bola a la sombra de los talas y algarrobos),
una de ellas con gauchos conversando. Uno de los paisanos (que luego
realizaría una destreza que sorprendió a los presentes) tiene en brazos a
su hermanito, que ya es jinete aunque cueste creerlo..., pues estos
changos nacen a caballo. Quién sabe cuántas generaciones gauchas tiene
su estirpe familiar...
Otro jinete, de 4 años, Jorgito, tiene
las riendas como se debe; aparece junto a su padre, que enfrentaría con
su hermosa mula zaina a otro campero con la suya -que la mira de reojo
para ver si conseguirá ganarle en la cuadrera-, en recios y pintorescos
galopes que veremos en la III nota.
III. Cuadreras de caballos y de mulas - destrezas - juego del mate... en honor de la Virgen
Luego del almuerzo, de la animada conversación, de gente que iba y venía a pie, a caballo o en vehículo, llegó el momento de homenajear a la Virgen al modo campero, versión actual de justas y ceremonias que hunden sus raíces en la España de la Reconquista y en el paseo del estandarte y desfiles de la Argentina fundacional y caballeresca, la de vecinos feudatarios, señoriales alféreces y paternales cabildantes. De éstos, el de mayor predicamento era el Alcalde, que con su vara impartía justicia en la ciudad hispano-indígena, lo que inspiró a San Francisco Solano la devoción fundante del Niño Dios Alcalde, Señor y Protector de los indígenas -y de todos los pobladores.
La recia ganadería de altura genera lazos profundos entre el jinete y su cabalgadura. Los riesgos, arreos y corridas, las campeadas en cerros que superan los 6.000 mts., las trepadas por sendas que bordean precipicios, por donde sólo andan cómodos guanacos, venados y leones, o ágiles cabras, imponen la necesidad de una comunicación instantánea que es el secreto para dominar el campo y sortear los peligros.
Luego, hay momentos de distensión, en que el campero y su monta celebran juntos las aventuras pasadas y por venir. Así lo vimos esa tarde riojana, en que un joven gaucho puso a prueba su yegua recién amansada pasando por entre medio de sus patas y, por caricias, miradas, suaves y firmes voces de mando, infundiéndole confianza, con ayuda de su padre -conocido domador-, lograron que se acostara y se fingiera dormida... para enseguida salir andando, con su dueño bien montado, en el entusiasmo general. También se hizo el juego del mate, a todo galope -de lo contrario, no vale-, destacándose por su coraje y destreza varios nuevos valores de nuestro pueblo.
Fue un gusto para todos ver un espectáculo poco frecuente. Sañogasta llevaba mulas, ya en el s. XVII, al mercado -junto al santuario- legendario de Sumalao, para exportar a Potosí. Gobernadores locales hicieron aportes de hasta 900 mulas mansas (!) a los ejércitos emancipadores. Y hoy la tradición no ha muerto. Quien lo dude no tiene más que mirar la calidad de las mulas, llevadas a todo galope por sus dueños. Mulas grandes, robustas y bien tenidas, como las que llevó Nicolás Dávila con sus bravos al cruce de la cordillera para la toma de Copiapó (primer triunfo de las armas de la patria al decir de Zinny).
A algún espíritu esquemático o algo teñido de "progresismo" tal vez le cueste entender esta forma de rendir honores a la Ssma. Virgen. Debemos recordar que Ella es Reina de la Civilización Cristiana y de las tradiciones de heroísmo y homenaje caballeresco. Por su visible intercesión, el sublime heroismo católico logró vencer obstáculos, peligros y adversarios de toda índole.
Y así, formando y rindiendo honores a la Virgen, los peregrinos la llevamos de vuelta, pidiendo su maternal intercesión, contentos por haberle expresado nuestro amor de hijos.
Terminamos estas notas con trechos de la Zamba de los Camperos:
Si en la doma o la refriega
mi vida ves peligrar
protegemé Candelaria
alejame todo mal.
Protege las tradiciones
que Tú hiciste florecer
y castiga las traiciones
con que las quieren perder...
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