LUCES DORADAS del TUCUMAN

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Nombre: El Alférez
Ubicación: Noroeste, Argentina

sábado, diciembre 15, 2012

El legendario Padre Aimón en La Carrodilla, Aicuña, Sañogasta, Famatina y el Ambato





FRAY JOSÉ AIMÓN:
MISIONERO FRANCISCANO CON FAMA DE SANTIDAD EN MENDOZA, LA RIOJA Y CATAMARCA -  HACEDOR DE MILAGROS, CONSTRUCTOR DE CALVARIOS Y EVANGELIZADOR

“Me confesé por primera vez con un sacerdote muy santo que vino, el Padre Aimón, porque antes no me sentía llamada a hacerlo con ninguno…”. Son los recuerdos de Isora María Ocampo, niña sañogasteña que en su juventud entró en el Monasterio de Santa Catalina, de Córdoba, como religiosa dominica de clausura; escribió sus memorias por orden del  confesor, que advirtió la santidad de la monja. Actualmente el Proceso de Canonización de Sor Leonor de Santa María -nombre que adoptó en la Orden- está en marcha en el Vaticano.
Dos posibles santos se encontraron en Sañogasta, en 1850. Y se reconocieron como tales.
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1840. FRAY JOSÉ AIMÓN vino de Chile a Mendoza. En La Carrodilla, muy cerca de la ciudad, construyó un calvario para rezar el Via Crucis, por su devoción inmensa a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, que murió en la Cruz para salvarnos. Está en pie y restaurado.
Fray José tenía muchos años, pero su espíritu misionero lo llevó a continuar camino. Los pobladores le pedían que se quedara, porque no le haría bien el viaje, en partes a mula, en otras de a pie. Los conformó diciéndoles que Nuestra Señora lo protegía, y les anunció: “Tendrán el mensaje si el Señor me llama”.  En la noche del 28 de febrero de 1887, las campanas de la Iglesia de La Carrodilla tocaron a duelo. Ningún doblador había en el campanario. Quizás el Ángel de la Guarda del Padre traía el “mensaje” prometido. Todo el pueblo fue a la Iglesia. “Fray Aimón ha muerto…”, comentaban. Lloraron y rezaron. Cuentan que había dejado un cartel al frente del Calvario, que decía: “El Padre franciscano, español, hijo de la ciudad de Manresa de Cataluña, que con tanto sacrificio, y contradicciones, trabajó este calvario, suplica a los fieles que recen por él un Padre Nuestro cuando practiquen el Vía Crucis”. Cuando se restauró el antiguo calvario,  el cartel fue quitado, tal vez por ignorancia acerca de las manos santas que lo construyeron, por parte de los que mandaron hacer los arreglos.
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Desde Mendoza pasó al oeste de La Rioja. Visitó pueblo por pueblo llevando los Sacramentos y su palabra evangelizadora, su suavidad y generosidad. Quedaron emotivos recuerdos que no se borraron. Varios artículos periodísticos se ocuparon de su figura, y las impresiones y anécdotas sobre sus acciones y su persona permanecen vivas hasta hoy. Una de ellas refiere que “irradiaba santidad” y que, “cuando oficiaba la santa Misa, lo hacía con tanta devoción y arrobamiento, que llegaba a un estado de levitación quedando como suspendido en el aire por unos momentos”. Son recuerdos de la Sra. Arcelina R. de Vega, una de las primeras educadoras de Villa Unión, que lo conoció, quien falleciera centenaria en 1946.
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1840. El Padre llegó a AICUÑA. Allí erigió, en un alto rodeado de valles y cerros de magnífica belleza, una  herencia inapreciable que nos legó: EL CALVARIO que hizo con troncos de árbol del lugar, señalando cada estación los pasos de la Pasión de Nuestro Señor y Su Santísima Madre, y los Maderos donde fueron crucificados Él, el buen ladrón arrepentido -a quien dijo “hoy estarás a mi lado en el Paraíso…”-, y  la del mal ladrón impenitente. Fue el segundo calvario que construyó “Fraimón”, como le llamaban.
Es digno de visitar e inspira deseos de rezar, por la serenidad y la sacralidad que transmite; indudablemente quedó allí algo de la presencia y del halo de santidad que Fray Aimón exhalaba; una nota especial, como un perfume espiritual, inunda el alma en aquel alto.
¡Hay que estar el Viernes Santo a la noche en el Calvario de Aicuña!: profusión de flores adornando las estaciones, puestas por las familias indicadas desde hace generaciones para cada una; las meditaciones, los rezos, los sentidos cantos llanos, originales, plenos de ardor católico, Fe y devoción.
El HISTORICO CALVARIO DE AICUÑA es un legado único que debemos preservar y defender, para bien cultural y espiritual de todo el oeste riojano, y de las generaciones nuevas; para vivirlo hoy y conservarlo para la posteridad. Son tradiciones e historias que merecen ser conocidas y no deben perderse. Esto no significa “quedarse en el tiempo”, como podría pensar algún adorador de un progreso malentendido, despegado de nuestra identidad: hay que transmitirlas y enriquecerlas. El Papa Pio XII enseñaba con sabias palabras: “EL PROGRESO SIN LA TRADICIÓN, SERÍA UN EMPRENDIMIENTO TEMERARlO, UN SALTO EN LA OSCURIDAD”.
No debemos olvidar a quien nos consagró, en la última fase de su vida ejemplar, especiales esfuerzos construyendo este calvario: el Padre José Aimón, un enviado de Dios.
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Luego de estar entre nosotros, el Misionero franciscano continuó su camino por las quebradas rocosas que forman los brazos del Famatina y las Sierras de Aicuña, que en sus espaldas hacia el Velasco toman el nombre de Sierras de Sañogasta.

1850. Sañogasta todavía lloraba el asesinato del ex Gobernador de La Rioja y Vínculo del Mayorazgo, Ramón de Brizuela y Doria, por las fuerzas rosistas de Benavídes y Aldao en 1841, como lo cuentan los libros y los versos del historiador Manuel Gregorio Mercado. Y también la muerte, algunos años después, de su única hija, doña Solana. Ambos fueron titulares y sostenedores de la Iglesia de San Sebastián, Vice Parroquia  del Curato de Anguinán, como consta en los documentos de visita eclesiástica en los archivos de la Iglesia de Chilecito.
Cuando Fray Aimón llegaba a Sañogasta, la ampliación del oratorio inicial, construido en 1640, había quedado con sus paredes a la altura de un metro…  El Padre se quedó en el pueblo largo tiempo, impulsando la terminación de la nave principal, y la galería con arcos que mira hacia el sur. La constancia escrita se encuentra en los libros  de archivos parroquiales.
La mencionada Isora Ocampo, hija de la recién fallecida doña Solana, vivía con sus hermanos en la casa del Bajo de la Iglesia. Tenía apenas nueve años, y lo recibe con júbilo. Muy bien se entienden, porque la niña era, también una elegida de Dios, devota y caritativa, como el misionero. Con él hizo su primera confesión y comunión, y con él halló mucho consuelo.
En la plaza, al frente de la Iglesia, el Padre construyó otro calvario, donde se rezaba el Vía Crucis con mucha devoción, según cuenta Isora en sus Memorias. No llegó a nuestros días. Es lamentable. Solo queda firme y bien plantada frente a la puerta principal de la Iglesia, mirando al naciente, la gran Cruz de algarrobo del Padre Aimón. Una reliquia que ya muestra los avatares de los vientos, los soles y los hielos, y que los sañogasteños debemos venerar y cuidar. Las huellas del misionero quedaron bien marcadas en la historia de este pueblo.
Y continuó su camino…
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Hay referencias de su paso por Famatina, recogidas por la Sra. Lita Sierra de Boleas, destacada docente que vive en ese pueblo, de culta e interesante conversación. Dice que los milagros del Padre eran notorios. Al igual que San Francisco de Asís, fundador de la Orden a la que él pertenecía, y que San Francisco Solano, tenía el carisma de un notable dominio sobre la naturaleza. Una vez, refiere Doña Lita, un bravo toro se había escapado y corría furioso por las calles volteando y lastimando a quien encontraba. Escuchando el bullicio y gritos de la gente, Fray Aimón salió de la Iglesia y vio al animal enfurecido en la plaza. Cruzó, se le acercó, y levantando la Cruz de su rosario le mandó obediencia. Pidió que lo ataran y lo llevaran de vuelta a su corral. Así se hizo, y el toro mansamente se dejó conducir.
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Y su viaje continuó. En Ambato, a orillas de la ciudad de Catamarca,  los franciscanos tenían una casa, y como era  común en la época, se sustentaban cultivando una chacra. El Padre llegó. Se instaló. Construyó otro calvario, alrededor de 1885. Se conserva como una reliquia, con la senda que sube hacia el alto con capillitas blancas en cada estación. Tiene la belleza de lo simple y auténtico, y flota en el ambiente la sacralidad que Fray José Aimón imprimía a todas sus obras, por la Gracia de Dios. El lugar se llama “Chacrita de los Padres”. Desde allí el Padre mandó su mensaje a La Carrodilla cuando el Señor lo llamó. Allí descansa.

Aicuña tiene el tesoro espiritual de este legado histórico y sagrado. ¡Qué imperdonable sería quedarse sin él! Sería una pérdida irreparable que estamos a tiempo de evitar.

Elena B. Brizuela y Doria de Mesquita
Sañogasta, diciembre de 2012


FUENTES DE INFORMACIÓN:

Dr. Gilberto Vega: Artículo publicado en “El Independiente”, 12/6/94
Sor Leonor de Santa María Ocampo: “Memorias”, publicado por la Orden del “Convento de Santa Catalina”, Córdoba, 1997
S. S. Papa Pio XII: Alocución al Patriciado y a la nobleza romana, 19/1/1944
Sra. Lita Sierra de Boleas: tradiciones orales.
Vivencias personales en varias oportunidades en el Rezo del Vía Crucis del Viernes Santo en Aicuña.