LUCES DORADAS del TUCUMAN

Sitio de intercambio de información sobre la actualidad, historia y cultura argentina e iberoamericana, desde la región del Tucumán (NOA - La Rioja - Córdoba), en la que tuvo especial vigencia la civilización cristiana, orgánica y mariana de la Argentina auténtica. Su Tradición viva se enriquece con el paso del tiempo. Ayúdenos a descubrir y defender nuestra identidad. E-mail: civilizacioncristianaymariana@gmail.com

Mi foto
Nombre: El Alférez
Ubicación: Noroeste, Argentina

jueves, mayo 07, 2009

Año 1841 - "tiempo de muchas guerras..." - ¿Por qué, si ya éramos independientes?

Rousseau, inspirador de los círculos jacobinos que utilizaron el terror en nuestra patria
El Cabildo, por medio del cual eran gobernadas orgánicamente las ciudades por los vecinos principales, cuyas familias mantenían la tradición heredada de España y fusionada con los elementos nativos.
Dos Argentinas en lucha: la auténtica, continuadora de la tradición católica hispano-indígena de las primeras ciudades, que formó la nación criolla; y su enemiga, la inspirada en las utopías rousseaunianas de la Revolución Francesa. En el marco de esta lucha sorda que, con incontables matices, constituye la esencia de nuestra historia en el siglo XIX, se persiguió implacablemente a las familias que mantenían el vínculo con el pasado. Esa "constante del odio", de que hablan diversos autores, se revistió de distintos ropajes -inclusive valiéndose del rótulo de "federales"- , cuya nota más saliente fue lo contrario del federalismo, que es el centralismo.
ENTORNO FAMILIAR Y POLÍTICO DE ISORA OCAMPO DAVILA,LA SIERVA DE DIOS RIOJANA - 3ª nota

El relato dice: “...estando mi madre encinta de mí sufrió muy grandes trabajos... era tiempo de muchas guerras...”
Año 1841; en el país habíamos dado el primer grito de libertad en 1810; habíamos declarado la independencia de España en 1816, ¿porqué teníamos que sufrir muchas guerras?
Tal vez haya que buscar la respuesta más atrás en el tiempo, y más lejos, en otras latitudes...
En realidad nuestra Argentina comienza en el Tucumán: Santiago del Estero es Madre de Ciudades; en este Noroeste es donde nace la Patria. A partir de la gran entrada de Diego de Rojas desde el Perú, se asentaron los primeros pobladores, se fundaron las primeras ciudades con hombres increíbles como Hernán Mexía Miraval, Nicolás Carrizo, Juan Gregorio Bazán y tantos otros; se evangelizó al indio con figuras enormes como San Francisco Solano; con muchas vicisitudes, se dio la simbiosis de raza con el nativo. Se instalaron haciendas bien desarrolladas que produjeron e industrializaron; hubo comercio local y de exportación a Chile, el Perú y Brasil; se consolidaron casonas señoriales importantes como las de ambas familias de Isora.
Se logró, especialmente a partir del siglo XVII y a lo largo del XVIII, una unidad cultural, con clases dirigentes preparadas, con estilo propio, con educación y categoría; había diplomacia; se fundaron colegios y universidades, en Córdoba la Casa de Trejo es un testimonio indiscutible. La vida en el reino del Tucumán tenía una impronta local dada por las características aportadas por el español, el nativo, el criollo y los Austria –los monarcas reinantes en la Madre Patria hasta fines del siglo XVII.
El advenimiento de la casa Borbónica en España, le dio otro tinte a la corona y repercutió en todos los ángulos de la vida en el nuevo continente.
Se creó el Virreinato del Río de la Plata en 1776. El Puerto de Santa María de los Buenos Aires comenzó a crecer desmesuradamente; el Tucumán miró hacia allí con desconfianza, porque había sido pensado como salida al mar de los productos de todas las ciudades del interior, no solamente de Buenos Aires; pero hubo centralismo y despotismo.
Se dio la gran influencia de hombres de intelecto, ilustrados, que estudiaron en Chuquisaca o en Europa -de donde regresaron rebosantes de ideas iluministas, influenciados por Voltaire, Rousseau, Dantón, en una palabra: Revolución Francesa anticristiana. Venían con grandes iniciativas de fundar logias cerradas y secretas; consideraban “bárbaros” al pueblo menudo, al gaucho, al indio, a los del interior; eran nuevas ideas que no armonizaban con la tradición hispano-indígena y católica.