LUCES DORADAS del TUCUMAN

Sitio de intercambio de información sobre la actualidad, historia y cultura argentina e iberoamericana, desde la región del Tucumán (NOA - La Rioja - Córdoba), en la que tuvo especial vigencia la civilización cristiana, orgánica y mariana de la Argentina auténtica. Su Tradición viva se enriquece con el paso del tiempo. Ayúdenos a descubrir y defender nuestra identidad. E-mail: civilizacioncristianaymariana@gmail.com

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Nombre: El Alférez
Ubicación: Noroeste, Argentina

jueves, agosto 03, 2006

Avances de las II Jornadas de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana

Como preparación para las II Jornadas de Cultura Hispanoamericana a realizarse en el histórico Cabildo de la ciudad de Salta los días 8 y 9 de septiembre próximos, iremos presentando resúmenes de algunas de las ponencias que serán desarrolladas durante las mismas. Recrodamos a todos los interesados en asistir, que pueden contactarse para mayor información a: civilizacioncristianaymariana@gmail.com


La antropología y la visión epifenoménica de Dios.
Crítica al secularismo científico
Promediando la carrera de Antropología me surgieron varios malestares que redundaban en la cada vez creciente imposición de paradigmas materialistas y racionalistas que buscaban (antes demanera solapada, ahora con abierta impunidad) sacar de todo ámbito de discusión la existencia de Dios. En este ámbito científico, toda manifestación divina es tomada de dos formas: 1. Se la niega completamente, reduciendo todo tipo de conocimiento al dominio de la ciencia, y toda forma de acceder a laverdad, al método científico. 2. Se la sitúa como un reflejo de la base material, como una prolongación etérea de los mecanismos que regulan la producción de la existencia material y la asignación de objetos dentro de una sociedad (tal, la concepción de K. Marx, según la cual laInfraestructura, la producción de bienes y las relaciones entre personas en base a la propiedad de los medios de producción y el acceso al resultado del trabajo, condiciona y delimita la Superestructura, creencias religiosas, ideología y aparato jurídico-político). La primera concepción saca de plano cualquier tipo de posibilidad de aceptación de una creencia, mientras que la segunda concede a las creencias religiosas una condición secundaria, epifenoménica, de un dominio individual sin ninguna relación con la vida cotidiana. Esta es la posición que, a grandes rasgos, ha adoptado triste, y paradójicamente la antropología. Me refiero a este proceder como triste porque decidir abrazar la ciencia como medio de vida, algo que he elegido, significa enfrentarse con posturas hondamente enraizadas en el pensamiento moderno que hacen de esta noble disciplina científica, instrumento político de imposición de falsas verdades; verdades tomadas como universales en base al prestigio que tiene la ciencia en nuestros días, en contraposición, según el punto de vista dominante, con la obsolescencia de la vida en Dios. Paradójicamente, porque es en la antropología en donde fe y razón encuentran un punto de unión indisoluble. Desarrollaremos momentáneamente dicha idea. La falsa dicotomía entre fe y razón ha sido larga y certeramente perimida en los últimos tiempos por S. S. Juan Pablo II (en su célebre encíclica Fides et Ratio) y por su actual sucesor, Benedicto XVI,quien ya desde su labor cardenalicia mostraba como falsa tal oposición. Sin embargo, la que tendría que ser la más humanística de las ciencias, la antropología, ha hecho oídos sordos a todo cuestionamiento de esta falacia. Abundan en la actualidad trabajos antropológicos que conciben al hombre como un ser económico (homo economicus), una pieza racional de la maquinaria productiva sin mas sentimiento que el afán de lucro. Es también paradigma de la postmodernidad antropológica, la visión del homo informaticus, del ente computador-dependiente que encuentra su razón de ser en los avances tecnológicos y en la falsa sensación de cercanía e intimidad que el ciberespacio le ofrece. El homo academicus, por su parte, quien busca la satisfacción de sus necesidades a través de la ascensión por los escalafones de la educación formal, es también objeto de largos diletantismos pseudo-científicos. Entonces se reduce al hombre a las necesidades biológicas y de sociabilización, enajenándolo de lo que lo hace humano, su vida espiritual. Para la antropología materialista (heredera del materialismo histórico, como método de la Historia, y el materialismo dialéctico,como método filosófico) lo que nos hace humanos es una cuestión de grado: sostienen que todas las actividades del ser humano ya se han repetido en otros órdenes naturales. Así, por ejemplo, si antes éramos únicos por nuestra capacidad también única de fonación y comunicación, según el materialismo hemos sido desbancados por el Australopithecus Africanus (antepasado delGénero Homo), el delfín o varias subespecies de hormigas africanas o abejas, con extraordinarias capacidades de transmisión de ideas y socialización. Si pensábamos que nuestro distintivo era la producción de instrumentos para facilitar nuestra relación con el medio ambiente,para el materialismo los chimpancés modernos, que transforman ramas y palos en aguzadas herramientas para agujerear termiteros, desbancan nuestras ínfulas de originalidad. Es por eso que gran parte de la antropología moderna no puede definir nuestra condición humana más que en una cuestión de grado: según ésta somos los primates mas complejos por obra del azar; mecanismo que podría haber beneficiado a cualquier ser viviente. De esta manera Dios es sacado de cualquier consideración de nuestra humanidad. El problema de desvincular a Dios de nuestra creación y de nuestra vida en general es que se aliena al hombre, lo convierte en un animal con suerte, quitándole la vida espiritual, que da sentido a toda acción emprendida por el ser humano. En su intento por ser "científica" la antropología materialista da una visión parcial y falsa del hombre. Ignora que la vida espirituales, en TODAS LAS CULTURAS HUMANAS (que paradójicamente, solo los antropólogos conocen y estudian), la que determina el curso de la historia; la que da sentido a la vida, a la organización social, a las labores productivas.
Pablo Mignone