LUCES DORADAS del TUCUMAN

Sitio de intercambio de información sobre la actualidad, historia y cultura argentina e iberoamericana, desde la región del Tucumán (NOA - La Rioja - Córdoba), en la que tuvo especial vigencia la civilización cristiana, orgánica y mariana de la Argentina auténtica. Su Tradición viva se enriquece con el paso del tiempo. Ayúdenos a descubrir y defender nuestra identidad. E-mail: civilizacioncristianaymariana@gmail.com

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Nombre: El Alférez
Ubicación: Noroeste, Argentina

jueves, octubre 12, 2006


¿PUEDE QUERER A LA ARGENTINA QUIEN RECHAZA SUS RAÍCES CATOLICAS E HISPÁNICAS?
Breve reflexión para el 12 de Octubre


Una campaña delirante pretende descubrir la pólvora, ser más papista que el Papa y pseudo-analizar la fecha que simboliza el proceso colonizador español en América con una lupa selectiva, que sólo ve aspectos negativos reales o imaginarios, distorsionados por la exageración o la mentira.
Principiemos por el nombre de Argentina. ¿Quién se lo dio? El español Martín del Barco Centenera y el criollo Ruy Díaz de Guzmán, uno de nuestros primeros historiadores. Ningún aborigen precolombino podría haberlo hecho porque no existía nada parecido a la nación argentina. Nada unía a los onas de la Patagonia con los diaguitas del noroeste, ni a los pampas con los tobas del Chaco. Y había frecuentes guerras de exterminio, o canibalismo masivo y sistemático, como el de los chiriguanos que diezmó a los chaneses. No hablaban la misma lengua ni practicaban la misma religión: no había ninguna idea, anhelo ni posibilidad de unidad. Esto lo aportó la fusión de razas, la lengua, la cultura, y sobre todo la Fe católica traída por España a partir del 12 de octubre de 1492.
¿Se puede concebir la Argentina sin Santiago del Estero, Córdoba, Salta, Tucumán, Jujuy, La Rioja, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Mendoza, y las demás históricas ciudades fundadas por españoles con el concurso de los indios, en el siglo XVI?
En La Rioja, hay tres cultivos esenciales que, junto a la minería y la ganadería, constituyen sus principales riquezas: la vid, el olivo y el nogal. ¿De dónde vinieron? ¿Quién los trajo?
¿Puede maldecir –como querría la ruidosa propaganda de castristas e indigenistas- el día en que llegó a América la civilización hispánica una provincia que debe su subsistencia a las vides, olivos y nogales que ella le brindó? ¿Qué sería la Argentina sin las carnes y los cereales? ¿Habría ocupado el lugar que hoy ocupa en la esfera mundial? ¿Se podría haber desarrollado su cultura y su economía siguiendo exclusivamente la del aborigen?
¿Sería mejor antes –como sueñan los indigenistas, a quienes yo llamaría indigenófobos- cuando el indio diaguita vivía de una alimentación monótona, basada en el maíz, y un par de variedades más, que cultivaba en forma rudimentaria sin animales de tiro ni herramientas de hierro? Eran los tiempos en que se alimentaba de la algarroba y el guanaco, cuando lograba cazarlo. ¿Sería mejor la vida cuando no sabía leer ni escribir, porque ningún pueblo precolombino conoció la escritura fonética? ¿Cuándo los brujos y adivinos organizaban las fenomenales borracheras y aspiración de humos estupefacientes que volteaban, masificaban y embrutecían a un pueblo entero?
¿Por qué los indios diaguitas amigos defendieron la civilización cristiana hispánica y la hicieron triunfar en las Guerras Calchaquíes, como reconoció con orgullo el Gobernador del Tucumán, Don Phelipe de Albornoz, en su carta al Rey Católico Felipe II, fundador de la Gobernación y co-fundador, con el Papa San Pío V, del Obispado del Tucumán, primer Obispado argentino? Que pasó a integrar, así, el gran Imperio cristiano “donde no se ponía el sol”, que hermanaba a tantos pueblos y etnias diferentes.
¿No mejoraron su vida los huertos de frutales que hoy hermosean nuestros pueblos? ...las casas, con sus puertas y ventanas talladas con herramientas de hierro...; los caballos, los burros y las mulas, que le permitían trasladarse a otros lugares o poner sobre sus esforzados lomos su leña y sus cosechas... ¿No la mejoraron las carretas, que le permitían transportar cargas pesadas? Recordemos que ningún pueblo indoamericano conocía la rueda, las cargas se hacían sobre hombros humanos salvo las que eran transportables por la llama. Ya en los lejanos tiempos del Gobernador Abreu, se prohibió que los indios cargaran cosechas sobre sus espaldas. Poco antes, tiempos de la dominación incaica, 9.000 indios llevaban anualmente una pesada carga de oro a pie hasta Cuzco, para pagar el tributo al Inca. Esto cesó cuando los indios pasaron a ser súbditos del Rey Católico.
¿No mejoró su dieta con la carne, la leche, la harina, los huevos y las frutas? ¿No le valió de nada la instrucción que recibió de los misioneros? ¿Ni las ciudades –que no existían en nuestro territorio-, los hospitales, la vida urbana?
¿Cómo quedarían nuestras ciudades y pueblos si de pronto desaparecieran todas las iglesias y capillas? ¿Qué sería la Argentina sin la Virgen de Luján, el Señor y la Virgen del Milagro, la Virgen del Valle, la de Itatí, el Niño Alcalde, el Tinkunaco? ¿Cómo le llamaríamos a San Miguel del Tucumán, San Juan, San Luis, San Fernando del Valle de Catamarca, la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, a Todos los Santos de la Nueva Rioja? Quizás con el nombre de algún guerrillero, algún tirano o algún demagogo.
¿En qué quedaría nuestra cultura popular si elimináramos la guitarra, la chacarera, la zamba?
¿Por qué esos hispano-indigenófobos hablan la lengua de esa raza que maldicen? ¿Por qué se juntan a comer un asado? ¿También odian al Martín Fierro? ¿Qué opinan de San Martín, que atribuyó el triunfo de su campaña libertadora a Chile a la Virgen del Carmen? ¿Odian también a Belgrano, que ganó la batalla de Tucumán el día de la Virgen de la Merced, celebrando el triunfo con una gran procesión, y nombrándola generala del Ejército?
¿Son dignos de reprobación los constituyentes de 1853, que invocaron a Dios como fuente de toda razón y justicia? ¿No es un eco de lo que dispusieron los Reyes de España y definió el Virrey Toledo, que el principal propósito de la colonización fue evangelizar a los habitantes de América? ¿Debe denostarse a los miembros de la Primera Junta, que en su primera proclama calmaron a los pueblos garantizándoles que su propósito fundamental era defender nuestra Santa Religión? ¿Por qué el Estado Argentino sostiene el culto católico apostólico romano?
¿Rechazan también al gaucho? ¿Y qué es el gaucho sino el fruto de la admirable fusión de españoles y nativos, que monta el caballo traído por Pedro de Mendoza y por Diego de Rojas? ...que enlaza las reses que vinieron en esos barcos que ellos maldicen. ¿Repudian a Córdoba, que ya en el 1600 otorgaba a los descendientes de indios y españoles grados académicos en su célebre universidad?
¿No mejoró la vida de los indios el dejar de tener ese terror a los muertos que los llevaba a amputarse los dedos de las manos y los pies, como lo cuenta en “La Argentina” Ruy Díaz de Guzmán? ...Dejar de clavarse espinas en los sangrientos ritos de los payaguáes, dejar de comerse los hijos de los prisioneros habidos en sus propias mujeres, como lo hacían los guaraníes?
¿No tenía derecho el cacique, Don Juan Calchaquí hijo, a encantarse con las ceremonias católicas, que conoció en su visita a las encomiendas y ciudades del Tucumán, con el Gobernador Ramírez de Velasco, durante la cual se hizo cristiano con todo su aguerrido pueblo? ¿No tenía derecho el indio a recibir los beneficios de la Redención? ¿No tenía derecho Nuestro Señor Jesucristo, que murió en la cruz por la salvación de todos los hombres, a que su mensaje llegara a los adoradores de serpientes, de la tierra y del sol, erigidos en divinidades? ¿No tenía ese derecho la Virgen, Su Madre, que allí lo acompañaba, que fue la gran "Conquistadora" de América?
El 12 de octubre significa todo esto; también significó hechos reprobables, propios de toda gran empresa humana, pero que nunca lograron borrar el carácter de civilización cristiana incipiente; y otros mil acontecimientos magníficos imposibles de referir aquí. Por ejemplo, que llegara a estas tierras San Francisco Solano, el padre de los indios, el patrono de nuestro folclore, que conquistó su corazón con la dulzura del violín, de su mirada y su palabra, y los milagros que obró, resucitando niños muertos y protegiendo los cultivos de las mangas de langostas, al que los naturales reverenciaban como a tantos otros santos misioneros. Que florecieran en tierras americanas grandes santos –venidos, como él, de España- como Santo Toribio de Mogrovejo, apóstol de los indios, y otros que nacieron aquí: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Roque González de Santa Cruz, o que dejaron todo por venir aquí, como Sor Mariana de Jesús Torres y Berriochoa y tantos otros.
Que se manifestara la Virgen de Guadalupe, que aplastó a la serpiente sedienta de sangre, y encantó al indio Juan Diego, hoy elevado a la honra de los altares.
Que hubiera leyes ejemplares, como las que integran la Recopilación de Indias, que defendían el derecho de los aborígenes a ser vasallos libres de la Corona de Castilla y amparaban eficazmente las costumbres y tradiciones de la civilización cristiana, la más perfecta que se pueda concebir en el orden terrenal.
Que naciera en estas tierras la verdadera civilización, que –adaptable a todos los pueblos de la tierra- tiene al Dios único y verdadero como su centro y su modelo, la que se encuentra sintetizada en la palabra bendita “Cristiandad”, que nos envió, con las naves de Colón, la Reina Isabel la Católica, modelo de gobernante, candidata a los altares.
Gracias, Virgen del Pilar, Patrona de las Españas, porque en tu festividad bendita quisiste llegar a estas tierras americanas. Gracias doña Isabel de Castilla y de América, Reina católica ejemplar, protectora de los naturales y de todos los habitantes de este continente. Gracias, Cristóbal Colón, pues a pesar de tus debilidades humanas fuiste genial descubridor y portador de un legado tan precioso.
Gracias también a los clarividentes gobernantes de nuestra Patria, que, interpretando el sentir de nuestro pueblo, y obedeciendo a un elemental sentido de justicia, establecieron el 12 de octubre como una celebración nacional que honra a todos los argentinos.
Sañogasta, La Rioja, 12 de octubre de 2006
Luis María Mesquita Errea